Laura García Higueras - 30 de Diciembre de 2013   Comenta esta noticia

Ya sólo quedan unos días para que llegue el esperado 9 de Enero y, con él, la nueva Ceremonia de Entrada en el Salón de la Fama. Después de haber hablado con Imanol García y Silvia Safont, llega el momento de conocer más de cerca a otra de las estrellas colegiales que dejaron huella a su paso y fueron elegidas para formar parte del Salón de la Fama. La estrella es Pablo Ruiz, un jugador y empresario completo donde los haya.

Pablo estudió en el Colegio Estudio para continuar su formación con la carrera de Empresariales en Cunef. Nada más salir de la universidad entró a trabajar en Boston Consulting Group y desde entonces, ya lleva cinco años y medio en los que ha logrado ser nombrado gerente. Eso sí, a pesar de la exigencia de la universidad y de la vida laboral siempre ha intentado seguir jugando y seguir estando en equipos con un cierto nivel “que me permitieran ganar y divertirme, mantenerme en forma y jugar al baloncesto, que al final es lo que me gusta”.

Nuestro protagonista comenzó jugando en el Colegio Estudio, se marchó a Estudiantes y volvió a ser un halcón los dos últimos años de colegio. Al acabar la etapa escolar se fue a un Primera Nacional que subió a EBA, categoría en la que estuvo durante tres años. Cuando empezó con las prácticas y a trabajar volvió a jugar en Primera Nacional y el año pasado, de nuevo en Estudio, ganaron la liga y subieron a EBA, por lo que esta temporada “estoy haciendo el doble de esfuerzo en compaginarlo”, algo que él mismo reconoce que está siendo “todo un reto”.

Viajemos en el tiempo. Pablo Ruiz forma parte de la generación de Halcones que ganaron el Estandarte en 2003. Un imparable ala-pívot que recuerda su paso por la Copa Colegial como una competición que “nos permitió vivir experiencias que en el colegio no se vivían: el hecho de conseguir que todo el centro se movilizara. El ambiente que se creaba en los partidos”.

Eso sí, el momento más emocionante que recuerda no tiene que ver con él, sino con su hermano Fernando Ruiz, también halcón y también miembro del Salón de la Fama. “Lo viví desde la grada, que es mucho peor que vivirlo jugando, porque los nervios y la tensión son siempre mayores cuando tienes la frustración añadida de no poder salir a ayudar a tus compañeros”. Pablo estaba lesionado en una de las eliminatorias que pasaron frente al Colegio Escolapios. Perdían al descanso de quince puntos, los rivales habían conseguido desestabilizarles completamente con una defensa zonal. Pero entonces, en el descanso, llegó Fernando y, en apenas dos minutos, metió tres triples seguidos. “Fue una llegada triunfal”. Finalmente acabarían ganando el partido. “Lo recuerdo con especial cariño por la emoción de conseguir ganar y pasar la eliminatoria, y porque además hubiera sido mi hermano el artífice de la remontada”.

Además de haber sido elegido para formar parte del Salón de la Fama, Pablo Ruiz fue galardonado con el Best Student and Athlete Award. “Fue un orgullo y una sorpresa que me lo dieran. Salí incluso en el Marca (…). Llegué al colegio una mañana y de pronto me encontré con gente que tenía un recorte del Marca en el que salía yo en una foto de un partido explicando lo que eran las Series Colegiales y el premio que me habían dado”.

Pablo forma parte de la Clase del 2009; la primera de todas. Recuerda el acto como “muy bonito y emotivo”. A él acudieron mucho de los profesores que hacía seis años que no veía. A día de hoy, conserva la metopa “en la entrada justo con el resto de copas que uno va acumulando de torneos varios y que algún día a mis nietos les contaré como parte de las batallas del abuelo”.

Esta estrella colegial empezó a jugar al baloncesto por dos motivos: por la gran afición de su padre, que les llevaba a los partidos de Estudiantes a él y a su hermano de pequeños, y por la gran importancia otorgada al deporte, especialmente al baloncesto, en el Colegio Estudio. “Una vez empecé me gustó mucho e hice muy buenos amigos”.

A raíz de su experiencia, considera como “ una parte imprescindible de la educación de cualquier persona el practicar un deporte de equipo, sea el que sea”. Y explica el porqué: “te enseña sobre todo a perder y te enseña también a ganar. Te permite comprobar que sin un trabajo previo, sin un esfuerzo y sin construir un equipo en torno a algo es muy difícil o prácticamente imposible conseguir resultados positivos. Todo esto cuando lo trasladas al mundo empresarial te das cuenta de que es la clave del éxito te dediques a lo que te dediques”.

Y no sólo eso, “te demuestra que tú puedes ser muy brillante pero sin un equipo que te ayude o sin ser capaz de generar uno en el que la suma de las partes sume más que individualmente, al final no eres nada y es muy difícil que alcances el éxito”. Finalmente, también te “enseña a comprometerte porque implica un sacrificio. Y si fallas a ese compromiso te estás traicionando a ti y estás traicionando a otras personas. Es una enseñanza muy valiosa para cuando maduras, creces y te enfrentas a la vida real”.

Pablo Ruiz considera que en la Asociación de Baloncesto Colegial “se hizo una labora espectacular en conseguir vencer las primeras resistencias que suponía empezar de cero y ser capaces de generar el impacto que tuvo. Ahora todo el colegio sabe que una vez al año se juega la Copa Colegial (…). Ojalá siga y se mantenga”.

Para dar cierre a este artículo, nada mejor que las propias palabras de Pablo. Un jugador con la experiencia de pocos, una persona que día a día intenta aplicar todo lo que ha aprendido del baloncesto en el resto de facetas de su vida. Este es su mensaje para los que hoy tienen la oportunidad de sumar nuevos capítulos a la historia de la Copa Colegial: “Que lo disfruten, que luego con el paso del tiempo y las perspectiva se darán cuenta de que son momentos muy bonitos que se quedan en el recuerdo, que es difícil luego volver a repetir. El volver a tener a tanta gente involucrada alrededor de un evento y en torno a un partido de baloncesto. Que se diviertan, que luego lo recordarán”.