Oscar López López - 29 de Octubre de 2013   Comenta este artículo

Cuando entrenamos o dirigimos el baloncesto en un centro educativo debemos dejar claras las diferencias que existe en esta tarea respecto a los clubes deportivos y adaptar nuestro trabajo a las necesidades, ideario y valores de dicho centro.

Por eso, dentro de la particularidad de cada centro podemos marcar unas líneas generales sobre el baloncesto en los centros educativos.

En primer lugar hay una cuestión corporativa que tenemos que tener en cuenta, en un club deportivo los chicos que se encuentran bajo el nombre del club son exclusivamente los jugadores.

En los centros educativos además de los jugadores, los alumnos son también parte de dicha marca.

Es comprensible y defendible que los centros educativos, bien sean universitarios o aquellos que tienen otras etapas educativas, quieran tener una vertiente competitiva del deporte.

Esta vertiente competitiva genera que si nuestros equipos obtienen buenos resultados a nivel local, autonómico o nacional, el centro de manera directa o indirecta va a conseguir una publicidad positiva como marca deportiva que repercute positivamente en la marca general del centro.

Pero está vertiente competitiva no tiene que estar enfrentada a otras dos: la lúdica y la educativa.

Aquí es cuando tenemos en cuenta que un jugador pasa por un club deportivo a veces tan solo una temporada, y la afinidad hacia ese club se pierde en el mismo momento que se marcha.

En cambio en centros universitarios la media normal de estancia de un alumno está entre 4 y 7 años (dependiendo de la titulación y si realiza estudios de Máster o Doctorado en el mismo centro) y esta cifra se incrementa en los colegios donde un alumno que curse todas las etapas educativas desde Infantil a Bachillerato en el mismo centro llega a estar 14 años en él.

Es por ello que el vinculo es mucho más fuerte y el sentimiento de pertenencia debe ser mucho mayor, es trabajo nuestro que el baloncesto mantenga y fortalezca ese sentimiento de pertenencia y que no sea un freno. Este sentimiento se puede ver truncado cuando la vertiente competitiva del centro arrolla a las otras dos y genera situaciones poco agradables.

Para evitar esto y además desarrollar un entorno lúdico que complemente al competitivo podemos destacar algunas recomendaciones:

1. Debemos marcar como objetivo prioritario que todo alumno que quiera jugar al baloncesto tiene que tener cabida dentro de las posibilidades que tengamos.

Ya hay colegios que para tener activos a todos los chicos que quieran jugar independientemente de su nivel están sacando equipos en competición federada y a la vez en otras ligas (municipales o escolares) para así poder manejar un número más amplio de jugadores de una misma edad.

Si el número de chicos es suficiente también podemos valorar sacar varios equipos de la misma edad en competición federada, estos equipos no siempre tienen que estar ordenados por nivel de juego, podemos utilizar otros criterios como el aula al que pertenecen, los horarios que tengan, etc.… muchas veces esto puede facilitar los entrenamientos y así esperar a categorías más altas para que el nivel vaya ganando más protagonismo.

Los centros universitarios pueden ofertar Escuelas Deportivas al igual que en otras actividades y en ellas dependiendo de los niveles formar nuevos grupos que tengan el baloncesto como actividad principal.

2. Un elemento que aúna componentes lúdicos-competitivos es el fomento de las ligas internas. Bien en formato de 3x3 o de 5x5, estas competiciones dan la posibilidad de tener a nuestros jugadores más minutos en un campo de baloncesto y nos servirá para enganchar a nuestro deporte a otros alumnos que no se han decidido a  jugar en un equipo, pero que con estas ligas descubren que tienen buenas aptitudes para el baloncesto.

El juego poco reglado de estas  competiciones es un muy buen complemento para lo que entrenamos en nuestros equipos. Aquí los jugadores desarrollan otras aptitudes que solo con la competición podemos adquirir y que un partido a  la semana  muchas veces resulta insuficiente.

3. Cada centro educativo tiene unos valores y un ideario, este debe ser respetado en todos los ámbitos del centro, y el baloncesto no puede ser menos.

Por eso debemos valorar el esfuerzo de los jugadores del mismo modo que se hace en las aulas del centro. La educación deportiva debe ser paralela a la integral y hay una serie de valores que formarán buenos o malos jugadores de equipo para el futuro.

Por tanto, no debemos dejarnos guiar por un resultadismo inmediato que pueda chocar con el esfuerzo o la asistencia a los entrenamientos. En categorías de formación el talento o la capacidad anotadora no pueden ser los únicos elementos con los que repartamos los minutos de juego de nuestros chicos.

Como hemos dicho antes hay aptitudes que solo se desarrollan compitiendo y para ello todos los chicos tienen que tener esa oportunidad semanalmente en una proporción ajustada a varios factores.

En definitiva, como centro educativo debemos cuidar a nuestros alumnos dentro de nuestro deporte.  Debemos tener presente que la calidad no puede sacrificar la cantidad, tenemos la obligación de no dejar sin jugar al baloncesto a todo chico o chica que quiera practicar nuestro deporte.

Haciendo un buen trabajo de fomento y formación muchas veces veremos que el elemento competitivo será recompensado y que cuantos más jugadores formamos, potencialmente tendremos más  jugadores de baloncesto de buen nivel y esto mejorará nuestros resultados y la “marca deportiva” del colegio sin romper con la “marca educativa” del centro.

Oscar López López

Entrenador Superior

Entrenador de la Universidad Rey Juan Carlos