Víctor Escandón Prada - 22 de Octubre de 2013   Comenta este artículo

La importancia del entrenador va más allá de lo meramente deportivo. Se le presupone tener un conocimiento importante del juego, pero lo que, en muchas ocasiones, no se le valora es su faceta comunicativa, que le permitirá demostrar seguridad y desenvolverse delante de sus jugadores.

La confianza con la que el entrenador transmite es básica, sobre todo, a ciertas edades. Es el caso de la Copa Colegial. Muchos colegios cuentan en sus equipos con jugadores de otros clubes, sin tiempo para entrenar, cuando se comunique con ellos debe estar plenamente convenido de lo que les dice, para lograr así que los jugadores confíen en los mensajes y, principalmente, crean en él. 

El imponer porque sí no suele funcionar en este tipo de competiciones, resulta más productivo compartir con ellos sus decisiones, permitiendo que los jugadores sean participes y, aunque la decisión final sea del entrenador, también tengan algo de iniciativa.

Por otro lado, también tiene que ser fiable, claro y coherente en sus mensajes y al abordar las situaciones con sus propios jugadores. No puede medir con distinto rasero la misma situación porque ahí es cuando pierde su credibilidad y la confianza de sus jugadores. No puede cambiar su criterio porque un jugador sea más importante que otro, hay tiene que ser firme y pensar en el bien del equipo a largo plazo y no en el siguiente partido. Por eso, debe demostrar que tiene las ideas muy claras, además de irradiar cordialidad, amistad, aceptación y empatía. Son cada vez más frecuentes las situaciones en las que un jugador, por el motivo que sea, no comulga con su entrenador y ahí vienen los problemas. Ese es el momento en el que debe abrirse a sus jugadores y escucharles.

A nivel profesional, los entrenadores no sólo tienen que bregar con jugadores y directivos. Se enfrentan a la difícil tarea de lidiar con los periodistas. Al igual que sucede en la comunicación con los jugadores, el entrenador debe mantener un discurso coherente con los medios de comunicación, pero eso no implica ser aburrido o repetitivo. Se valora la espontaneidad y dinamismo del entrenador en sus respuestas aunque mantenga el guión establecido.

Por este motivo y no por otro, se entiende que si un entrenador quiere ganarse el respeto de su equipo, siempre acorde con su autoridad y coherencia, los avisos que pueda dar a los jugadores en el vestuario, tanto consejos como amenazas, queden de puertas para adentro. Por lo que no tiene ningún sentido que la plantilla haya recibido un mensaje y tengan que leer, al día siguiente, en la prensa o ver en los informativos, las declaraciones de su entrenador, dejando a los jugadores en evidencia delante de los medios y no ciñéndose a la realidad del vestuario. Esta circunstancia lo que hace es fragmentar el grupo y crear divisiones, ya que se ha perdido el respeto y la credibilidad por el entrenador.

La utilización de los medios como intermediarios no suele resultar, porque, aunque no hay que dudar de la imparcialidad de los periodistas, siempre van a buscar la confrontación y la polémica, lo que va a provocar una situación difícil de digerir en el vestuario. Por tanto, hay que marcar unas directrices que serían aconsejables seguir, por parte del entrenador, cuando se trata de relacionarse con los medios de comunicación. 

Es importante que no entre en polémicas con los medios, siempre tratando a los periodistas con respeto. No reprender a los medios en su conjunto porque uno le haya criticado. Además, debe de garantizar el acceso a la información a los profesionales, no poniéndoles trabas, y educar a sus jugadores para tener un comportamiento correcto con la prensa.

Por Víctor Escandón Prada.

Entrenador superior baloncesto y periodista deportivoGabinete técnico JGBasket